viernes, 1 de mayo de 2015

NUMERO 134 / MAYO-JUNIO 2015

EDITORIAL

Legitimidad

Se ha definido la Legitimidad como “la justificación intrínseca del poder y su ejercicio”. El poder se legitima sin más. No hay grupo humano que no tenga a su frente alguien que lo rija, individual o colegiadamente. La legitimidad se refiere al órgano que ejerce el poder y al modo con que lo ejerce.

La más bella definición de democracia dice que es “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. Paralelamente proclamamos la Monarquía Tradicional como “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por una familia secularmente consagrada al servicio del pueblo”. El fallo de la democracia está en ese “por el pueblo” final. La realidad demuestra que el pueblo no ejerce, ni ha ejercido, ni ejercerá nunca el poder. Siempre interviene una persona o un grupo reducido.

Arguyen los demócratas, que esa persona o grupo son elegidos por el pueblo, cuya  voluntad les confiere la legitimidad. Contestamos nosotros que la voluntad del pueblo es la que confiere a esa familia el derecho (más bien el deber) de gobernarle. Es una voluntad que no se expresa mediante urnas, sino con la adhesión secular con que el pueblo viene gritando “¡Viva el Rey!”.

Nuestra Monarquía surgió en los primeros tiempos de la Reconquista. Cualesquiera que fueran los conflictos por los que atravesó, se resolvieron en España. Se cristalizaron en una ley de sucesión que eliminaba toda duda sobre quién debe ser la persona de esa familia que debe ejercer el poder.

En la designación del poder democrático interviene el pueblo. Pero de manera ciega. Vota, sí; pero sin saber a quién vota y por qué vota. Los candidatos, entre los que puede elegir han sido ya designados. No sabemos por quién. En la gestación y nacimiento de la actual democracia española participaron numerosos poderes, grupos de presión, que nos dijeron “habla, pueblo,  habla”, cuando la realidad era que nos mandaban repetir un papel que nos ponían delante.

Un estudio minucioso del proceso y de los protagonistas que lo forzaron nos habla de la aceptación de potencias extranjeras, del apoyo de grupos financieros y de la cooperación de élites políticas. El atento examen de lo que hoy sucede nos muestra un gobierno que recibe órdenes de fuera y las cumple. Esto es “el gobierno del pueblo” pero no “para el pueblo”, sino para poderes ocultos y no “por el pueblo”, sino por los lacayos de esos poderes.

El gobierno de la Monarquía Tradicional sería muy malo, según nos dicen los demócratas de hoy. Pero la democracia que padecemos es mucho peor, de acuerdo con lo que estamos viviendo. Por eso seguimos defendiendo la LEGITIMIDAD.

Tema de portada:
Nuestros articulistas Carlos Ibáñez Quintana, José Fermín Garralda y José Miguel Orts reflexionan sobre la Monarquía Tradicional y el papel del Legitimismo en el siglo XXI. Se aporta también el contexto histórico necesario para entender la lealtad de los carlistas a la conocida como Dinastía legítima.

Actualidad:
¿Esto es la democracia? por Santiago Arellano
El cooperativismo, una alternativa en tiempos de crisis, por Carlos Veci              
¿Qué corresponde hacer al Carlismo en esta coyuntura?, por Luis Ignacio Amorós
Por qué es peligroso mezclar la religiosidad y la política, por Antonio Rivero

Páginas centrales: Childerico III, el último  holgazán. por Miguel Angel Bernáldez

Vida Tradicionalista:
(Valencia). Aplech de Bocairent
Festividad de los Mártires de la Tradición / Festividad de los Mártires de la Tradición en Cataluña
(Navarra). Dos actos por la vida
(Andalucía). Quintillo 2015
El carlismo triunfará por el trabajo, por Antonio Rivero

Historia y Cultura:
(Tradición). Los retratos de Felipe II
(Historia). Y don Juan se burló de ellos, por Carlos Ibáñez Quintana
(Historia). Los otros holocaustos silenciados. El genocidio armenio
Charles Péguy desde el frente, por Alonso Blanco
(Libros). Crítica de libros. Dinero, demogresca y otros podemonios / La comedia humana
Y los sueños, cine son, por Pablo Úrbez

Varios:
Que alguien haga algo. Por Javier Garisoain
BAZAR CARLISTA
AGENDA.